Desde mis comienzos con esta afición, tenía claro que mis bicicletas fueran prácticas, bonitas, buenas y cómodas.
Una premisa que mantendré, desde el principio, es la del cambio interno. No tengo nada contra los externos. Es más, mi bicicleta de viajes, Rocinante, (mi única bicicleta, por otro lado), tiene 27 velocidades y bien agradecido que le estoy a ellas. Pensaba que, para viajar, o para cualquier uso, no existía nada mejor. Hablo de usos no profesionales, donde el peso, entre otros factores, no es determinante.
Pero el estudio me ha enseñado que no es el único camino, que hay otros igual o más efectivos, en cuanto a desmultiplicación se refiere, que los muchos piñones y los varios platos. Y más limpio. Y duradero.
La bicicleta de mis sueños, a la que me dirijo, tendrá cambio interno en la rueda trasera, un Shimano Alfine de 11v. y cambio Mountain Drive, de Schlumpf, también interno, en el plato. Facilidad de uso, limpieza y desmultiplicación a raudales. Tanta como queramos.
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